Buenas noches. Padre eterno. Vengo ante ti sin saber que hablar, que decirte. Solo para darte gracias por todo lo que nos permites vivir. Tu amor, tú bondad y tu misericordia, que nos brindas cada día aunque no lo merescamos. Ya que manchamos tu presencia con nuestros actos, porque muchas veces no hacemos lo que es grato a tus ojos. Porque preferimos dejarnos guiar con cosas que nos apartan de ti. Perdón te pido señor cuando ofendo tú santo nombre. Con mis faltas, culpas y pecados. Amen, amén. Vengan, hijos míos, y escuchenme: voy a enseñarles a honrar al señor. ¿Quieres vivir mucho tiempo? ¿Quieres gozar de la vida? Pues refrena tu lengua de hablar mal, y nunca digan mentiras tus labios. Aléjate de la maldad, y haz lo bueno; busca la paz y síguela.
( Salmo 34. 12-13-14-15)