CONTENIDO DEL DÍA
Evangelio de hoy y Lecturas del día, domingo 10 de abril de 2022
Primera lectura de hoy
Del libro del profeta Isaías
Isaías 50, 4-7
4 El Señor Yavé me ha concedido el poder hablar como su discípulo. Y ha puesto en mi boca las palabras para fortalecer al que está aburrido. A la mañana él despierta mi mente y lo escucho como lo hacen los discípulos.
5 El Señor Yavé me ha abierto los oídos y yo no me resistí ni me eché atrás.
6 He ofrecido mi espalda a los que me golpeaban, mis mejillas a quienes me tiraban la barba, y no oculté mi rostro ante las injurias y los escupos.
7 El Señor Yavé está de mi parte, y por eso no me molestan las ofensas, por eso, puse mi cara dura como piedra y yo sé que no quedaré frustrado.
P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor
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Salmo responsorial del día
Sal 21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24 (R.:2a)
R/. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Al verme, se burlan de mí,
hacen visajes, menean la cabeza:
«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo;
que lo libre, si tanto lo quiere. R/.
Me acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores;
me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos. R/.
Se reparten mi ropa,
echan a suertes mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. R/.
Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alabadlo;
linaje de Jacob, glorificadlo;
temedlo, linaje de Israel. R/.
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Segunda lectura de hoy
Segunda lectura
De la carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses
Filipenses 2, 6-11
Jesús 6 compartía la naturaleza divina, y no consideraba indebida la igualdad con Dios, sin embargo se redujo a nada, 7 tomando la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres. Y encontrándose en la condición humana, 8 se rebajó a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
9 Por eso Dios lo engrandeció y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, 10 para que al Nombre de Jesús se doble toda rodilla en los cielos, en la tierra y entre los muertos, 11 y toda lengua proclame que Cristo Jesús es el Señor, para gloria de Dios Padre.
P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor
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Evangelio de hoy domingo 10 de abril de 2022
Pasión de nuestro Señor Jesucristo según San Lucas
Lucas 22,14 – 23,56
La Cena del Señor
14 Llegada la hora, Jesús se puso a la mesa con los apóstoles 15 y les dijo: «Yo tenía gran deseo de comer esta Pascua con ustedes antes de padecer. 16 Porque les digo que ya no la volveré a comer hasta que sea la nueva y perfecta Pascua en el Reino de Dios.»
17 Jesús, aceptando una copa, dio gracias y les dijo: «Tomen esto y repártanlo entre ustedes, 18 porque les aseguro que ya no volveré a beber del fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios.» 19 Después tomó pan y, dando gracias, lo partió y se lo dio diciendo: «Esto es mi cuerpo, que es entregado por ustedes. Hagan esto en memoria mía.» 20 Hizo lo mismo con la copa después de cenar, diciendo: «Esta copa es la alianza nueva sellada con mi sangre, que es derramada por ustedes».
21 Sepan que la mano del que me traiciona está aquí conmigo sobre la mesa. 22 El Hijo del Hombre se va por el camino trazado desde antes, pero ¡pobre del hombre que lo entrega!» 23 Entonces empezaron a preguntarse unos a otros quién de ellos iba a hacer tal cosa.
24 Luego comenzaron a discutir sobre quién de ellos era el más importante. 25 Jesús les dijo: «Los reyes de las naciones las gobiernan como dueños, y los mismos que las oprimen se hacen llamar bienhechores. 26 Pero no será así entre ustedes. Al contrario, el más importante entre ustedes debe portarse como si fuera el último, y el que manda, como si fuera el que sirve. 27 Porque ¿Quién es más importante: el que está a la mesa o el que está sirviendo? El que está sentado, por supuesto. Y sin embargo yo estoy entre ustedes como el que sirve.
28 Ustedes son los que han permanecido conmigo compartiendo mis pruebas. 29 Por eso les doy el reino como mi Padre me lo dio a mí haciéndome rey. 30 Ustedes comerán y beberán a mi mesa en mi Reino, y se sentarán en tronos para gobernar a las doce tribus de Israel.
31 ¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha pedido permiso para sacudirlos a ustedes como trigo que se limpia; 32 pero yo he rogado por ti para que tu fe no se venga abajo. Y tú, cuando hayas vuelto, tendrás que fortalecer a tus hermanos.» 33 Pedro dijo: «Señor, estoy dispuesto a ir contigo a la prisión y a la muerte.» 34 Pero Jesús le respondió: «Yo te digo, Pedro, que antes de que cante hoy el gallo, habrás negado tres veces que me conoces.»
35 Jesús también les dijo: «Cuando les envié sin cartera ni equipaje ni calzado, ¿les faltó algo?» Ellos contestaron: «Nada.» 36 Y Jesús agregó: «Pues ahora, el que tenga cartera, que la tome, y lo mismo el equipaje. Y el que no tenga espada, que venda el manto para comprarse una. 37 Pues les aseguro que tiene que cumplirse en mi persona lo que dice la Escritura: Ha sido contado entre los delincuentes. Ahora bien, todo lo que se refiere a mí está llegando a su fin.»
38 Ellos le dijeron: «Mira, Señor, aquí hay dos espadas.» El les respondió: «¡Basta ya!»
Jesús en el huerto de Getsemaní
39 Después Jesús salió y se fue, como era su costumbre, al monte de los Olivos, y lo siguieron también sus discípulos. 40 Llegados al lugar, les dijo: «Oren para que no caigan en tentación.»
41 Después se alejó de ellos como a la distancia de un tiro de piedra, y doblando las rodillas oraba 42 con estas palabras: «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.»
43 Entonces se le apareció un ángel del cielo para animarlo. 44 Entró en agonía y oraba con mayor insistencia. Su sudor se convirtió en gotas de sangre que caían hasta el suelo.
45 Después de orar, se levantó y fue hacia donde estaban los discípulos. Pero los halló dormidos, abatidos por la tristeza. 46 Les dijo: «¿Ustedes duermen? Levántense y oren para que no caigan en tentación.»
47 Todavía estaba hablando cuando llegó un grupo encabezado por Judas, uno de los Doce. Como se acercara a Jesús para darle un beso, 48 Jesús le dijo: «Judas, ¿con un beso traicionas al Hijo del Hombre?»
49 Los que estaban con Jesús vieron lo que iba a pasar y le preguntaron: «Maestro, ¿sacamos la espada?» 50 Y uno de ellos hirió al servidor del sumo sacerdote cortándole la oreja derecha. 51 Pero Jesús le dijo: «¡Basta ya!» Y tocando la oreja del hombre, lo sanó.
52 Jesús se dirigió después a los que habían venido a prenderlo, a los jefes de los sacerdotes y de la policía del Templo y los ancianos de los judíos y les dijo: «Tal vez buscan a un ladrón, y por eso han venido a detenerme con espadas y palos. 53 ¿Por qué no me detuvieron cuando día tras día estaba entre ustedes en el Templo? Pero ahora reinan las tinieblas, y es la hora de ustedes.»
Jesús es procesado
54 Entonces lo apresaron y lo llevaron a la casa del sumo sacerdote, donde entraron. Pedro los seguía a distancia. 55 Prendieron un fuego en medio del patio y luego se sentaron alrededor; Pedro también se acercó y se sentó entre ellos. 56 Al verlo sentado a la lumbre, una muchachita de la casa, después de mirarlo, dijo: «Este también estaba con él» 57 Pero él lo negó diciendo: «Mujer, yo no lo conozco.»
58 Momentos después otro exclamó al verlo: «Tú también eres uno de ellos.» Pero Pedro respondió: «No, hombre, no lo soy.» 59 Como una hora más tarde, otro afirmaba: «Seguramente éste estaba con él, pues además es galileo.» 60 De nuevo Pedro lo negó diciendo: «Amigo, no sé de qué hablas.»
60 Todavía estaba hablando cuando un gallo cantó. 61 El Señor se volvió y fijó la mirada en Pedro. Y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: «Antes de que cante hoy el gallo, me habrás negado tres veces.» 62 Y, saliendo afuera, lloró amargamente.
63 Los hombres que custodiaban a Jesús empezaron a burlarse de él y a darle golpes. 64 Le cubrieron la cara, y después le preguntaban: «Adivina quién te pegó.» 65 Y proferían toda clase de insultos contra él.
66 Cuando amaneció, se reunieron los jefes de los judíos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley, y mandaron traer a Jesús ante su Consejo. 67 Le interrogaron: «¿Eres tú el Cristo? Respóndenos».
67 Jesús respondió: «Si se lo digo, ustedes no me creerán, 68 y si les hago alguna pregunta, ustedes no me contestarán. 69 Desde ahora, sin embargo, el Hijo del Hombre estará sentado a la derecha del Dios Poderoso.» 70 Todos dijeron: «Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?» Jesús contestó: «Dicen bien, yo lo soy.»
71 Ellos dijeron: «¿Para qué buscar otro testimonio? Nosotros mismos lo hemos oído de su boca.»
Jesús ante Pilato
1 El Consejo en pleno se levantó y llevaron a Jesús ante Pilato. 2 Allí empezaron con sus acusaciones: «Hemos comprobado que este hombre es un agitador. Se opone a que se paguen los impuestos al César y pretende ser el rey enviado por Dios.» 3 Entonces Pilato lo interrogó en estos términos: «¿Eres tú el rey de los judíos?» Jesús le contestó: «Tú eres el que lo dice.»
4 Pilato se dirigió a los jefes de los sacerdotes y a la multitud. Les dijo: «Yo no encuentro delito alguno en este hombre.» 5 Pero ellos insistieron: «Está enseñando por todo el país de los judíos y sublevando al pueblo. Comenzó en Galilea y ha llegado hasta aquí.»
6 Al oír esto, Pilato preguntó si aquel hombre era galileo. 7 Cuando supo que Jesús pertenecía a la jurisdicción de Herodes, se lo envió, pues Herodes se hallaba también en Jerusalén por aquellos días.
8 Al ver a Jesús, Herodes se alegró mucho. Hacía tiempo que deseaba verlo por las cosas que oía de él, y esperaba que Jesús hiciera algún milagro en su presencia. 9 Le hizo, pues, un montón de preguntas. Pero Jesús no contestó nada, 10 mientras los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley permanecían frente a él y reiteraban sus acusaciones.
11 Herodes con su guardia lo trató con desprecio; para burlarse de él lo cubrió con un manto espléndido y lo devolvió a Pilato. 12 Y ese mismo día Herodes y Pilato, que eran enemigos, se hicieron amigos.
13 Pilato convocó a los jefes de los sacerdotes, a los jefes de los judíos y al pueblo 14 y les dijo: «Ustedes han traído ante mí a este hombre acusándolo de sublevar al pueblo. Pero después de interrogarlo en presencia de ustedes no he podido comprobar ninguno de los cargos que le hacen. 15 Y tampoco Herodes, pues me lo devolvió. Es evidente que este hombre no ha hecho nada que merezca la muerte. 16 Así que después de castigarlo lo dejaré en libertad.» ( 17 )
18 Pero todos ellos se pusieron a gritar: «¡Elimina a éste y devuélvenos a Barrabás! 19 Este Barrabás había sido encarcelado por algunos disturbios y un asesinato en la ciudad.
20 Pilato, que quería librar a Jesús, les dirigió de nuevo la palabra, 21 pero seguían gritando: «¡Crucifícalo, crucifícalo!» 22 Por tercera vez les dijo: «Pero ¿Qué mal ha hecho este hombre? Yo no he encontrado nada que merezca la muerte; por eso, después de azotarlo, lo dejaré en libertad.» 23 Pero ellos insistían a grandes voces pidiendo que fuera crucificado, y el griterío iba en aumento.
24 Entonces Pilato pronunció la sentencia que ellos reclamaban. 25 Soltó al que estaba preso por agitador y asesino, pues a éste lo querían, y entregó a Jesús como ellos pedían.
Camino de la cruz
26 Cuando lo llevaban, encontraron a un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron con la cruz para que la llevara detrás de Jesús.
27 Lo seguía muchísima gente, especialmente mujeres que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él. 28 Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloren por mí. Lloren más bien por ustedes mismas y por sus hijos. 29 Porque llegarán días en que se dirá: «Felices las mujeres que no tienen hijos. Felices las que no dieron a luz ni amamantaron.» 30 Entonces dirán: «¡Que caigan sobre nosotros los montes, y nos sepulten los cerros!» 31 Porque si así tratan al árbol verde, ¿Qué harán con el seco?»
32 Junto con Jesús llevaban también a dos malhechores para ejecutarlos. 33 Al llegar al lugar llamado de la Calavera, lo crucificaron allí, y con él a los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda. 34 Mientras tanto Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.» Después los soldados se repartieron sus ropas echándolas a suerte.
35 La gente estaba allí mirando; los jefes, por su parte, se burlaban diciendo: «Si salvó a otros, que se salve a sí mismo, ya que es el Mesías de Dios, el Elegido.» 36 También los soldados se burlaban de él. Le ofrecieron vino agridulce 37 diciendo: «Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.» 38 Porque había sobre la cruz un letrero que decía: «Este es el rey de los judíos.»
39 Uno de los malhechores que estaban crucificados con Jesús lo insultaba: «¿No eres tú el Mesías? ¡Sálvate a ti mismo y también a nosotros.» 40 Pero el otro lo reprendió diciendo: «¿No temes a Dios tú, que estás en el mismo suplicio? 41 Nosotros lo hemos merecido y pagamos por lo que hemos hecho, 42 pero éste no ha hecho nada malo.» Y añadió: «Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu Reino.» 43 Jesús le respondió: «En verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso.»
44 Hacia el mediodía se ocultó el sol y todo el país quedó en tinieblas hasta las tres de la tarde. 45 En ese momento la cortina del Templo se rasgó por la mitad, 46 y Jesús gritó muy fuerte: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». Y dichas estas palabras, expiró.
47 El capitán, al ver lo que había sucedido, reconoció la mano de Dios y dijo: «Realmente este hombre era un justo.» 48 Y toda la gente que se había reunido para ver este espectáculo, al ver lo ocurrido, comenzó a irse golpeándose el pecho. 49 Estaban a distancia los conocidos de Jesús, especialmente las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea, y todo esto lo presenciaron ellas.
50 Intervino entonces un hombre bueno y justo llamado José, que era miembro del Consejo Supremo, 51 pero que no había estado de acuerdo con los planes ni actos de los otros. Era de Arimatea, una ciudad de Judea, y esperaba el Reino de Dios. 52 Se presentó, pues, ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. 53 Después de bajarlo de la cruz, lo envolvió en una sábana y lo depositó en un sepulcro nuevo cavado en la roca, donde nadie había sido enterrado aún.
54 Era el día de la Preparación de la Pascua y ya estaba para comenzar el día sábado. 55 Las mujeres que habían venido desde Galilea con Jesús no se habían alejado; vieron de cerca el sepulcro y cómo colocaban su cuerpo. 56 Después que volvieron a sus casas, prepararon perfumes y mirra, y el sábado descansaron, según manda la Ley.
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús
Al inicio del texto del Evangelio encuentras el audio
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Imagen: Aparición de la Virgen a San Bernardo
Fuente: Colección Museo del Prado, Madrid.
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Fuente de lecturas: Biblia Latinoamericana (católica). Texto impreso y vía San Pablo, Vatican News, Dominicos, Ciudad Redonda y misal católico.
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